El olor de volver a casa

Ago 10, 2023

Una turba de camionetas nos espera con las luces intermitentes prendidas, a la altura del peaje de Jahuay. El cartel de “Tambo de Mora”, a la derecha de la Panamericana, Sur me avisa que estamos cerca. El muro de ladrillos de la fábrica Del Valle ha cambiado: ahora tiene dibujos con las razas del Perú, en su mayoría representadas por mujeres. Recuerdo la primera vez que visité ese lugar y cómo llamó mi atención que todos los que trabajaban fueran mujeres. ¿Será por eso por lo que los muros que la rodean también estén representados por ellas?

Sobre paramos a la derecha y cruzamos la carretera hacia el camino de trocha, ese que tanto conozco. Bajo todos los vidrios de la camioneta, apago la música y cierro los ojos. El paso de las llantas sobre las hojas secas del camino hace que el olor que emanan se sienta más fuerte. La curva consigue que todo ese aroma inunde la camioneta y es inevitable que algunas lágrimas se me escapen. Cada uno de los tramos del camino, de esos casi dos kilómetros, me llevan a casa, y desfilan por mi mente miles de aquellos momentos preciosos que vivimos juntos. Volver a Chincha sin ti, o más bien contigo en esta cajita de mierda, insignificante, fea, simple, a este lugar tan tuyo, que hiciste nuestro, me parece desolador.

Todos parados bajo el árbol que tú mismo sembraste hace más de cuarenta años, te decimos adiós, mientras contamos historias de ti. Reímos de cuando en cuando. Se generaban silencios también y a lo lejos, y por momentos, se oye el relincho de tus caballos. Esos que en cuanto te veían se acercaban como perros falderos. Ver al tuyo ensillado y con los estribos al revés en señal de honor por la muerte de su jinete confirma la idea de que volver ya no será lo mismo si tú no estás aquí.

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